"El cuerpo sabe mejor cómo curarse que los médicos"

Jesús García Blanca el 20 de abril del 2020

El doctor Eneko Landaburu aconseja que dejemos hacer al cuerpo, porque él sabe cómo curarse. La "higiene vital" es una estrategia de salud que se basa en esta sabiduría.

El doctor Eneko Landaburu estrenó su título de Medicina con los campesinos de la Nicaragua sandinista en 1979. Trajo a tierras vascas las casas de reposo-escuelas de salud y el movimiento internacional de la co-escucha. Fue promotor de la asociación Sumendi y profesor en cursos de postgrado de Medicina Natural.

Tras muchos años abriendo caminos de salud en Euskal Herría, este médico nacido en Bilbao en 1953, que se define a sí mismo como "besugo sesentón nadando en un mar de dudas", decidió trasladarse con su compañera al corazón de Argentina para crear O’paybo (significa "despertar" en guaraní) Escuela Popular de Salud, alberga personas que quieren recuperar su bienestar. Allí trasmite lo que sabe y lo que continúa aprendiendo de sus lecturas y experiencias.

EL DOCTOR ENEKO LANDABURU DEFIENDE EL INSTINTO CURATIVO

—Tú has sido uno de los pioneros de la "higiene vital". ¿Cómo ves este movimiento con tu experiencia actual, con los cambios en la sociedad?

—Higiene quiere decir "arte de vivir", distinto de Medicina, que quiere decir "arte de curar enfermedades". Una de sus peculiaridades es considerar que las enfermedades no hay que "curarlas" ni "tratarlas", porque son procesos curativos puestos en marcha por la sabiduría corporal para poder seguir viviendo. Fiebre, inflamación dolorosa, vómito, diarrea, estornudo, tos, expectoración, incluso convulsiones, son procesos defensivos con el fin de volver a la salud. Tratar estas reacciones con remedios artificiales o naturales complica la situación. Lo conveniente cuando uno se siente mal no es "hacer algo", sino "dejar de hacer" todo aquello que está dañándonos y descansar para que el cuerpo disponga de todas sus fuerzas.

—Esto choca con la idea que tiene la mayoría de la gente...

—Aún queda mucho por hacer para sacar a las personas la vieja idea de que la curación va a venir de afuera, de un acto de magia y por lo general de un producto tóxico, bajo la supervisión de un humano con estudios universitarios. El poder de curación no está afuera, en los remedios, sino dentro de tu cuerpo. Es un esfuerzo que tiene que hacer tu cuerpo.

—Estás impulsando la instintoterapia. ¿Crees que a estas alturas de la supertecnologización y alejamiento de la naturaleza se puede confiar en nuestro instinto?

—Al terminar los estudios de medicina estaba muy angustiado por la gran cantidad y variedad de conocimiento alternativo a lo que había estudiado en la universidad. Me llevó un tiempo descubrir que había dos clases de conocimiento: el innato y el adquirido. Y aposté por el conocimiento innato, que está tan ignorado y perseguido. Nadie nos lo enseña, está ahí, desde el nacimiento. La instintoterapia o la higiene vital se basan en el conocimiento innato. Aportan una idea genial: ¿y si no hemos perdido el instinto como se dice y en realidad lo que ocurre es que no puede funcionar con nuestras costumbres alimentarias que incluyen alimentos modificados, cocinados, mezclados y condimentados?

"Y aposté por el conocimiento innato, que está tan ignorado y perseguido. Nadie nos lo enseña, está ahí, desde el nacimiento. La instintoterapia o la higiene vital se basan en el conocimiento innato."

—¿Tenemos que volver atrás?

–Si queremos dar respuestas adecuadas a los problemas actuales, tenemos que explorar nuestros orígenes. "Buscad la causa de las causas", decía Hipócrates. La antropóloga Riane Eisler llega a la conclusión de que los males actuales comenzaron cuando las relaciones macho-hembra pasaron de la cooperación a la dominación, y que esta relación de dominación se acabó trasladando a la relación con la naturaleza y con los vecinos. El anarco-primitivismo cree que los problemas actuales comenzaron al abandonarse la caza-recolección, desobedecerse las leyes que regían la comunidad de seres vivos y comenzar la agricultura-ganadería. La solución estaría en producir nuestros alimentos inspirándonos en esa época original, cambiando el monocultivo (que erosiona y contamina) por el pluricultivo, a base de bosques y parques comestibles como propone la permacultura o la agroforesta. Con estos alimentos "originales" sí que funcionarían nuestro instinto, nuestro olfato y nuestro gusto, y recuperaríamos el auténtico placer de comer.

—Tu Cuídate, compa (Ed. Txalaparta) es un clásico de la autogestión de la salud. ¿Cómo lo actualizarías?

—A la hora de alimentarnos, tengamos en cuenta el enorme periodo anterior a la agricultura-ganadería. Organicémonos para producir alimentos sin contaminar ni desforestar. Pensemos en nuestro origen, en el óvulo fecundado a partir del cual se construye el cuerpo, recordemos que la inteligencia que nos construyó persiste en nosotros y trata de reparar nuestras averías. No nos opongamos a los mecanismos reparadores, a las enfermedades. Descansemos. Paliemos el subdesarrollo emocional que arrastramos desde la infancia, sobre todo si tenemos niños a nuestro cargo. Potenciemos el aprendizaje autodidacta. Apaguemos la tele, abramos un libro. Enseñemos para aprender mejor.