Mensajes de vidas pasadas

Estas cartas no constituyen ni un tarot ni un oráculo. Son mensajes que provienen de la sabiduría del alma, recopilados durante el trabajo de algunas personas con la terapia de vidas pasadas. La mayoría de ellos tiene que ver con el amor universal, el desapego y el trabajo del alma en esta vida. En los momentos de duda, de crisis o frente a una situación particular, estos mensajes pueden ayudarnos a conectar con la sabiduría profunda y universal que viene de nuestra verdadera esencia. La misma nos recuerda cuál es nuestro origen, nuestra razón de ser y el propósito real que guía nuestra existencia.

Realizadas por Ediciones Indigo, 2006. ISBN: 84-96381-32-3

Acerca del origen de estos mensajes

Estas cartas son una síntesis del aprendizaje del alma de muchas personas expresada en forma de mensajes. Durante el trabajo terapéutico con la Terapia de Vidas Pasadas (TVP) es natural que el consultante acceda a un nivel de conciencia superior a la habitual. El trabajo durante la regresión produce una expansión de la conciencia que nos pone en relación con la dimensión de nuestra alma y nos lleva a comprender el sentido, el porqué y el propósito de nuestra vida actual. En particular, cuando una persona accede a la experiencia del espacio entre vidas, es capaz de expresarse con una sabiduría y una conciencia cósmica que no posee en su vida cotidiana. Suele suceder entonces que, al procurar por medio de la TVP la sanación de los síntomas que la perturban, la persona se encuentre con el aprendizaje y la experiencia que su alma ha obtenido a lo largo de sus existencias anteriores. Habitualmente ese aprendizaje se manifiesta al término de una vida o en el momento de la muerte; otras veces en el espacio entre vidas y, en ocasiones, se revela claramente en los momentos previos a iniciar la vida actual.

A medida que fui trabajando con los pacientes en mi consulta comencé a registrar este aprendizaje que se manifestaba a través de dichos o afirmaciones que se revelaron como verdaderas enseñanzas. Algunas personas dijeron que el mensaje les era transmitido por una voz, un guía o maestro espiritual o un foco de luz. Muchas de estas enseñanzas se perdieron, ya que no siempre pude tomar notas. Con el tiempo, pude descubrir que algunas de estas enseñanzas me servían de orientación frente a diversas circunstancias de vida. Entonces, pensé que si habían sido útiles para mí, también podían serlo para otras personas. Así fue como me decidí a publicarlas en forma de mensajes. Cuando finalmente les di su expresión actual resultaron cuarenta y nueve mensajes. Inicialmente estuve tentado de elaborar más mensajes, pero la cifra original me llamó tanto la atención que decidí no continuar.

El número 49 (cuarenta y nueve) no es un número cualquiera, ya que en primer lugar, se trata de la edad en la que comienza el octavo septenio en la vida de un ser humano. Este septenio corresponde a la etapa del despertar del maestro interior y está regido por Júpiter. Al momento de presentar estos mensajes, me encuentro en este septenio y fue a los cuarenta y nueve años cuando comenzó a intensificarse notablemente mi actividad docente. A nivel esotérico el número 49 (cuarenta y nueve) tiene un significado mucho más profundo, ya que los teósofos antiguos no reconocían más que cuatro números primordiales mediante los cuales explicaban toda la naturaleza. Así podemos entender por el número 1 (uno) la unidad universal, el principio desconocido de todo aquello que es indivisible. Por el número 2 (dos) se entiende el principio de todo aquello que es divisible caracterizando la dualidad. Por el número 3 (tres), la reunión de los dos primeros principios por medio de la cual el segundo modificará el primero: lo que es invisible se volverá visible y lo que es infinito se volverá limitado. Finalmente, por el número 4 (cuatro), la existencia del número 3 (tres) llevado a la unidad del primer principio 1 (uno) y constituyendo el Ser propiamente dicho. Para los sabios de la antigüedad el 4 (cuatro) representaba el cuaternario universal. Este cuaternario es la tétrada sagrada de Pitágoras y es el Ser Eterno y Absoluto al que llamamos Dios, Energía Suprema, Todo, Creador, etc. A su vez, también el hombre es un cuaternario que refleja todas las facultades del cuaternario universal. Por eso se ha dicho que está formado a la imagen refleja del Creador.

Por otra parte, la potencia de cuatro es 16 (dieciseis), es decir, una unidad universal 1 (uno) y el número secundario 6 (seis). Este número 6 (seis), adicionado al 1 (uno) da el misterioso número 7 (siete). Elevando a su vez el número siete a su potencia nos encontramos justamente con el número 49 (cuarenta y nueve), esto es, cuatro unidades universales y el número 9 (nueve), en el cual se encuentra la potencia del número 3. Los antiguos adjudicaron el número 9 al Destino. Si sumamos ahora los números cuatro y nueve obtenemos el número 13 (trece) donde vuelven a aparecer la unidad universal 1 (uno) y el 3 (tres) y, sumando el uno y el tres, nuevamente obtenemos el cuatro, el cuaternario universal. Podemos decir entonces que en el número 49 están representados el Ser Eterno y el Destino.

En consecuencia, y debido a la importancia que tienen estas cifras sagradas, decidí dejar el número de mensajes en cuarenta y nueve.

                JOSÉ LUIS CABOULI, nacido en Buenos Aires, Argentina, se licenció en Medicina por la Universidad de Buenos Aires, en 1974. A partir del año 1988, toma la decisión de dejar el ejercicio de la cirugía, para continuar con el arte de curar mediante la Terapia de Vidas Pasadas. Desde entonces, se dedica a la investigación y a la práctica, tanto a través de la consulta como en talleres y seminarios, dirigiendo el Centro de Estudios en TVP, en Buenos Aires. En la actualidad, imparte cursos de formación a profesionales de la salud, en España, México y Argentina.