Capítulo 3 – La Oración

 

LA ORACIÓN, tanto como el sueño, es también una entrada hacia el subconsciente, "Cuando oras, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado tu puerta, ora al Padre en secreto y tu Padre en secreto te recompensará abiertamente."  La oración es una ilusión de sueño que disminuye la impresión del mundo externo y pone a la mente más receptiva a la sugestión desde adentro. La mente durante la oración está en un estado de relajación y receptividad similar al sentimiento que se logra justo antes de que nos quedamos dormidos.

 

La oración no es tanto acerca de lo que pides, sino como te preparas para recibirlo. "Lo que sea que desees, cuando pides creyendo que lo has recibido, lo tendrás."  La única condición requerida es que creas que las oraciones ya se realizaron.

 

Tu oración debe ser respondida si asumes el sentimiento que sería tuyo si ya estuvieras en posesión de tu objetivo. En el momento en que aceptas el deseo como un hecho realizado el subconsciente encuentra los medios para su realización. Para orar exitosamente entonces, debes ceder al deseo, eso es, sentir el deseo realizado.

 

El hombre perfectamente disciplinado está siempre sintonizado con el deseo como un hecho cumplido. Él sabe que la consciencia es la única y sola realidad, que las ideas y sentimientos son hechos de la consciencia y son reales como objetos en el espacio; por lo tanto él nunca abriga un sentimiento que no contribuye a su felicidad porque los sentimientos son las causas de las acciones y circunstancias de su vida. Por otro lado, al hombre indisciplinado le resulta difícil creer aquello que los sentidos niegan y usualmente acepta o rechaza solamente basado en apariencias de los sentidos. Debido a esta tendencia a contar con la evidencia de los sentidos, es necesario ignorarlos antes de comenzar a orar, antes de intentar sentir aquello que ellos niegan. Cuando sea que estés en el estado mental, "Me gustaría pero no puedo", más intentas y menos consigues obtener el deseo. Nunca atraes aquello que deseas pero siempre atraes aquello que estás consciente de ser.

 

La oración es el arte de asumir el sentimiento de ser y tener aquello que deseas. Cuando los sentidos confirman la ausencia del deseo, todos los esfuerzos conscientes de contrarrestar esta sugerencia son inútiles y tienden a intensificar la sugerencia. La oración es el arte de ceder al deseo y no de forzar al deseo. Cuando sea que tu sentimiento está en conflicto con tu deseo, sentir será lo que ganará. El sentimiento dominante invariablemente se expresa a sí mismo. La oración debe ser sin esfuerzo. Cuando se intenta fijar una actitud mental que los sentidos niegan, el esfuerzo es fatal.

 

Para ceder exitosamente al deseo como un hecho cumplido, debes crear un estado pasivo, una especie de ensueño o reflexión meditativa similar al sentimiento que precede al sueño. En tal estado relajado la mente se aleja del mundo objetivo y fácilmente siente la realidad del estado subjetivo. Es un estado en el cual eres consciente y bastante capaz de moverte o abrir tus ojos pero no tienes deseo de hacerlo. Una manera sencilla de crear este estado pasivo es relajarte en una silla confortable o en una cama. Si es en una cama, acuéstate sobre tu espalda con la cabeza al mismo nivel que tu cuerpo, cierra los ojos e imagina que estás somnoliento. Siente – "tengo sueño, tengo mucho, mucho sueño…" y dentro de un corto tiempo después te envuelve un sentimiento de lejanía acompañado por una laxitud general y una pérdida de todo deseo de moverte. Sientes un descanso placentero, cómodo y no te inclinas a alterar tu posición, aunque bajo otras circunstancias no estarías cómodo. Cuando este estado pasivo se alcanza, imagina que has realizado tu deseo – no como fue realizado – pero simplemente el deseo realizado.

 

Imagina en forma de imágenes lo que deseas lograr en la vida; entonces siéntete como que ya lo has logrado. Los pensamientos producen pequeños movimientos de habla los cuales se pueden oír en el estado pasivo de oración como pronunciamientos desde afuera. Sin embargo, este grado de pasividad no es esencial para la realización de tus oraciones. Todo lo que es necesario es crear un estado pasivo y sentir el deseo cumplido.

 

Todo lo que podrías necesitar o desear ya es tuyo. No necesitas un ayudante que te lo de. Declara tus deseos una realidad imaginándolos y sintiéndolos como ya cumplidos. Cuando el final se acepta, te vuelves totalmente indiferente respecto al posible fracaso, porque la aceptación del final consigue los medios para ese final. Cuando emerges desde el momento de la oración es como que te mostraran el final feliz y exitoso de una obra aunque no te mostraran cómo se logró aquel final. Sin embargo, habiendo presenciado el final, sin importar cualquier secuencia anticlímax permaneces tranquilo y seguro en el conocimiento de que el final se ha definido perfectamente.